El Jueves Santo nos sumerge en la profundidad del amor sacrificial de Jesús y en el llamado al servicio y la entrega desinteresada. En este día, recordamos la Última Cena, donde Jesús compartió el pan y el vino con sus discípulos, instituyendo así la Eucaristía, y también lavó los pies de sus seguidores, mostrando un ejemplo supremo de humildad y servicio.
Este día nos desafía a reflexionar sobre nuestra disposición para seguir el ejemplo de Jesús. ¿Estamos dispuestos a humillarnos ante los demás, a servir incluso a aquellos que consideramos menos importantes o dignos? ¿Estamos dispuestos a compartir nuestros recursos y a dar de nosotros mismos sin esperar nada a cambio?
El Jueves Santo nos recuerda que el amor se manifiesta no solo en palabras, sino en acciones concretas de servicio y entrega. Jesús, siendo el maestro y Señor, se inclinó para lavar los pies de sus discípulos, mostrando que el liderazgo verdadero está arraigado en la humildad y el servicio.
Hoy, renovemos nuestro compromiso de seguir el mandamiento de Jesús de amarnos unos a otros como él nos ha amado. Que el Jueves Santo nos inspire a buscar oportunidades para servir, a estar dispuestos a poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras, y a recordar siempre que el verdadero poder y la verdadera grandeza se encuentran en el amor y el servicio desinteresado.