El Beato Basile Moreau modeló Santa Cruz en la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Su deseo era que los sacerdotes, hermanos y hermanas de Santa Cruz fueran una familia, arraigada en las virtudes que se encontraban en el hogar de Nazaret, incluyendo la humildad, la obediencia y la castidad.
Moreau consagró a los sacerdotes al Sagrado Corazón de Jesús, a los hermanos a San José y a las hermanas a María, Nuestra Señora de los Dolores. También puso a toda la familia de Santa Cruz bajo el patrocinio de Nuestra Señora de los Dolores, cuya fiesta celebramos el 15 de septiembre.
Como sacerdotes de Santa Cruz, encontramos nuestro modelo de caridad sacerdotal en el Sagrado Corazón de Jesús, ese corazón traspasado en la cruz por la lanza del soldado en la prueba final de que Jesús lo ofreció todo por nosotros. A imitación suya, también nosotros tratamos de ofrecerlo todo entregando nuestra vida al servicio del Pueblo de Dios. Especialmente a través del ministerio de los Sacramentos, esperamos que la sangre y el agua que fluyeron del Corazón traspasado de Cristo sigan dando vida a nuestro mundo.
El Sagrado Corazón de Jesús es la fuente principal de los afectos de Nuestro Señor, y el centro de las virtudes más perfectas que jamás hayan existido: un verdadero tesoro de sinceridad, inocencia, pureza, mansedumbre, paciencia y humildad. En una palabra, el Corazón de Jesús es un espejo vivo de las más admirables perfecciones humanas y de los más selectos dones de la gracia.– Beato Basilio Moreau
Como hermanos de Santa Cruz, acudimos a San José como modelo de una vida humildemente vivida para Dios y para los demás en pobreza, castidad y obediencia. Al vivir su vocación como esposo de María y padre adoptivo de Jesús, San José permaneció inquebrantable en su lealtad, fiel a su misión y abierto desinteresadamente a la voluntad de Dios. Siguiendo su ejemplo, tratamos de ofrecer nuestra vida a Dios y a los demás con esa misma lealtad, fidelidad y generosidad.
“El espíritu religioso consiste en el conocimiento y el amor de los deberes de la propia vocación y tiene como efecto hacernos crecer en el amor a nuestra vocación, cumplir sus obligaciones con exactitud y defender como es debido su honor y sus intereses. Las disposiciones que acabo de mencionar nunca fueron mejor ilustradas que por nuestro
glorioso patrón, San José”.
– Beato Basilio Moreau
El título de María como Nuestra Señora de los Dolores proviene de la Presentación del Señor en el Templo, durante la cual el profeta Simeón le dice a María: “Y a ti misma te atravesará una espada” (Lucas 2:35). Según la Tradición, María sufrió siete dolores en su vida, empezando por la misma profecía de Simeón. Los otros seis dolores son la huida a Egipto, la pérdida del niño Jesús en el Templo, el encuentro con Jesús cargando su Cruz, la crucifixión, la recepción del cuerpo de Jesús de la Cruz y el entierro de Jesús en la tumba.
Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre María, que conoció la aflicción y fue Señora de Dolores. Es nuestra especial patrona, una mujer que soportó muchas cosas que no entendía y que se mantuvo firme. Ella está hablando constantemente de esa cruz cotidiana y de su esperanza a sus numerosos hijos e hijas, cuyas devociones deberían siempre acercarles a ella. Constituciones 8
Juntos, con las hermanas de la Santa Cruz, miramos a la Virgen de los Dolores como la que puede instruirnos y fortalecernos en el núcleo de nuestra espiritualidad y nuestra misión como religiosos de Santa Cruz: proclamar la cruz de Cristo como nuestra única esperanza – ¡Ave Crux Spes Unica!